Por Claudio Alvarez, editor
No se puede ser mal agradecido. Durante la parte más dura de la pandemia, esa en que estábamos encerrados viendo cómo la vida se transformaba en un interminable conteo de víctimas, las ventas online mantuvieron a flote a muchos proyectos editoriales. El público se adaptó a un cambio obligado en la forma de conseguir sus cómics, y -en muchos casos- reforzó su compromiso con la propuesta de sus casas editoras favoritas y sus autores.
No es que las compras a través de internet fueran algo nuevo: de hecho hace bastante tiempo tienen un rol protagónico especialmente en las preventas y a la hora de llegar hasta las regiones; pero hasta hace poco representaban un porcentaje menos relevante, especialmente considerando que la principal vía de comercialización eran los eventos presenciales, esos donde el público se agolpa en los pasillos y tiene la oportunidad de hojear las novedades, hablar con los creadores y creadoras, y muchas veces llevarse un ejemplar firmado.
Así las cosas y con una pandemia que parece nunca irse del todo… ¿por qué volver a los eventos presenciales? ¿Qué es lo que las ventas online nunca pudieron reemplazar?
Lo que se le escapa a los algoritmos y motores de búsqueda, es el aire fresco que nos da volver a sentirnos en comunidad. Esa oportunidad de intercambiar un par de palabras con los y las colegas de viaje editorial, quejarnos juntos de los precios del papel y los problemas de imprenta, hablar del próximo evento y sonreír con la mascarilla puesta; pero por sobre eso, los eventos nos dan la posibilidad de ver la cara de quienes descubren sobre un mantel negro una nueva aventura, preguntan incrédulos si el cómic que tienen en la mano es chileno, y se sorprenden al saber que están frente al autor o autora.
Mientras las redes sociales y la web nos permiten mantener la comunicación con los lectores y lectoras que esperan nuestras novedades, los eventos nos dan la chance de encontrar un público nuevo para nuestras historias, de sumar nuevos ojos y llegar a nuevos hogares con cada libro, algo fundamental para que las historietas chilenas independientes -que tienen una vida siempre ‘emocionante y llena de peligros’- sigan creciendo.
Gracias por acompañarnos en este retorno. ¡Nos vemos allá afuera!