¿En qué crees que se diferencia con el momento actual?
Hay una mayor diversidad de publicaciones, desde fanzines a ediciones en tapa dura impresas en China, y también mayor diversidad de temáticas, incluyendo historieta hecha por mujeres, historietas para niños y jóvenes, biografías, humor, aventuras, etc. Otro cambio es el apoyo estatal, a través de fondos, premios, compras o espacios especializados, que está impulsando y ayudando a profesionalizar el medio. Por otra parte, la producción ya no se concentra en Santiago y están surgiendo autores y eventos en regiones. Finalmente, destacaría el creciente rol de la academia que está mirando con mayor atención la producción chilena y el trabajo de internacionalización que a través de un trabajo público y privado ha permitido que muchos libros chilenos se difundan en el exterior en las grandes ferias y que editoriales extranjeras publiquen a autores chilenos.
¿Qué crees que nos dejó ese momento?
Una conciencia de que es posible hacer historieta en Chile, que hay capacidad para crear buenas e interesantes historias, diversas y para un espectro amplio de públicos. Y, lo más importante, el desarrollo de una escena que en los últimos años se ha ido fortaleciendo y profesionalizando.
¿Crees que es algo que se puede repetir?
Cuando miramos la historia de la historieta chilena nos damos cuenta que ha habido distintos momentos de crecimiento explosivo. Los podemos llamar ‘edad de oro’ o ‘boom’, pero lo que tienen en común es su carácter efímero. Por eso, en lo personal, miro con cierta distancia estos periodos y prefiero apostar a un desarrollo más lento y sostenido. En cualquier caso, a pesar de la compleja situación económica y la baja que implicó la pandemia, veo con optimismo el presente de la historieta y creo que los próximos años serán de consolidación.
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El “boom” del cómic chileno, diez años después.
[…] *Lee aquí las entrevistas completas a Panchulei, Gonzalo Martínez y Claudio Aguilera. […]